Los almogávares



Los almogávares fueron unas tropas de choque de la Corona de Aragón formadas por infantería ligera, activos en el Mediterráneo entre los siglos XIII y XIV. Son equivalentes a los entonces llamados Peones en Castilla. Sobre el origen del nombre existen diversas teorías: su origen en la palabra árabe al-mugavar («los que provocan disturbios») o en al-mukhavir («portador de noticias»), y finalmente una tercera teoría sostiene que viene del adjetivo gabar, que se traduce como «orgulloso» o «altivo».
Estas tropas estaban integradas principalmente por oficiales catalanes y aragoneses, y una tropa formada principalmente por campesinos y pastores oriundos de los valles pirenaicos (aunque los había de muy diversa procedencia: valencianos, navarros, musulmanes e incluso sicilianos). Los almogávares habían sido arruinados por las continuas incursiones de las tropas árabes y actuaron como mercenarios al servicio del rey de Aragón. Se caracterizaban por ser tropas de choque de infantería que combatían a pie, con armas y bagajes ligeros, generalmente con un par de lanzas cortas (azconas), un cuchillo largo (llamado coltell) y a veces un pequeño escudo redondo como única defensa. Llevaban la barba crecida y vestían pobremente, únicamente un camisón corto (tanto en verano como en invierno), llevaban un grueso cinturón de cuero y calzaban abarcas de cuero. Además siempre llevaban consigo una buena piedra de fuego, con la que antes de entrar en batalla solían golpear sus armas, por los que estos echaban unas enormes chispas, que unidos a sus terribles gritos, aterrorizaban a sus enemigos. De gran valor y fiereza, entraban en combate al grito de «Desperta Ferro! Matem, matem», «Sant Jordi!» o «Aragón!»



Esta es la famosa descripción de un almogávar hecha por Bernat Desclot en su crónica llamada Libro del Rey Pedro de Aragón y de sus antecesores pasados:

Estas gentes que se llaman Almogávares no viven más que para el oficio de las armas. No viven ni las ciudades ni las villas, sino en las montañas y los bosques, y guerrean todos los días contra los Sarracenos: y penetran en tierra de Sarracenos una jornada o dos, saqueando y tomando Sarracenos cautivos; y de eso viven. Y soportan condiciones de existencia muy duras, que otros no podrían soportar. Que bien pasarán dos días sin comer si es necesario, comerán hierbas de los campos sin problema. Y los adalides que los guían conocen el país y los caminos. Y no llevan más que una gonela o una camisa, sea verano o invierno, y en las piernas llevan unas calzas de cuero y en los pies unas abarcas de cuero. Y traen buen cuchillo y buen correa y un eslabón en el cinto. Y trae cada uno una buena lanza y dos dardos, así como una panetera de cuero a la espalda, donde portan sus viandas. Y son muy fuertes y muy rápidos, para huir y para perseguir; y son catalanes y aragoneses y sarracenos.

Bernat DesclotCrònica, cap. LXXIX



Se empieza a tener noticias de este cuerpo a partir de principios del siglo XIII, cuando solían hacer incursiones en tierras musulmanas (de una duración de uno a dos días), estructurados en escuadrones de doce hombres, comandados por un almugaten (del árabe al-mucaddem, «el capitán», «el que dirige») y si era una operación de mayor envergadura por un adalid (del árabe al-dalla, «enseñar el camino», "guía"), de designación real.
Formaban una hueste numerosa, puesto que Pedro III de Aragón (1276-1285) llevó a unos 15.000 en sus expediciones a Túnez y Sicilia, y lucharon también en tierras catalanas durante la Cruzada contra la Corona de Aragón bajo mando de Roger de Lauria, participando en la batalla del coll de Panissars.



Tras combatir en la Reconquista y en el sur de la península Itálica, realizaron sus gestas más importantes en Oriente, principalmente en el Imperio Bizantino durante el siglo XIV. La expedición de los almogávares al Imperio Bizantino es fruto de tres situaciones:
Federico II de Sicilia quería deshacerse de los almogávares, ya que estaban causando desórdenes en la isla al haberse quedado sin ningún cometido tras firmarse la paz de Caltabellota (1302). Este acuerdo puso fin a las luchas entre los catalanes y la casa de Anjou, dejando Nápoles para Carlos II de Anjou y Sicilia para Federico.
Después del mismo acontecimiento, el antiguo templario Roger de Flor (Brindisi 1266 (?)- Adrianopolis 1305) tenía interés en no ser entregado por sus antecedentes en manos de sus adversarios, ya que Federico tenía muy buena relación con la Santa Sede y tuvo miedo de que la orden del Temple lo reclamara.
El emperador bizantino Andrónico II Paleólogo tenía urgente necesidad de tropas para conjurar el peligro turco que avanzaba desde Asia Menor.
Se forma así la Gran Compañía Catalana de los Almogávares (Societate Catallanorum) teniendo al frente a Roger de Flor, que pidió esposa y el título de Mega Dux, al emperador bizantino, lo cual le fue concedido. La expedición zarpó de Sicilia en el verano de 1302 contando con 32 naves y 2.500 soldados, que, junto con sus mujeres e hijos, contabilizanban un total de 7.000 personas.
Tras su llegada a territorio bizantino, y tras una escaramuza con unos genoveses que deja a 3.000 de ellos muertos, entran en batalla contra los turcos, terminando con la vida de unos 13.000 (todos los varones mayores de diez años, no se hacían prisioneros). Prosiguen obteniendo grandes éxitos en su lucha, tomando Filadelfia, Magnesia y Éfeso, y obligando a los turcos a retirarse en Cilicia y en Tauro. Ramón Muntaner, uno de los integrantes de la expedición, narra en su Crónica de los Almogávares que en la batalla de Monte Tauro se enfrentaron a un ejército de unos 40.000 turcos, que se retiraron tras perder aproximadamente 18.000 hombres.
Sin embargo, luchas de poder y problemas de avituallamiento hacen que se encaminen hacia Tesalia, que un siglo antes había caído en manos de barones francos tras la Cuarta Cruzada, y no había sido recuperada por los emperadores de Nicea al tomar Constantinopla.



En 1304, el emperador de Bizancio nombra césar a Roger de Flor, lo cual fomenta las intrigas palaciegas. Tras pasar el invierno en Gallípoli, planean regresar a su lucha contra los turcos, pero Miguel, hijo del emperador, invita a Roger de Flor a una celebración en su honor en Adrianópolis. Tras los festejos, unos mercenarios alanos contratados para tal efecto asesinan a Roger de Flor y a la guardia que lo acompañaba: era el 4 de abril de 1305. Confiaban que los almogávares, sin líderes, se rindieran. Éstos, hacen justo lo contrario, comienzan la llamada «venganza catalana», arrasan pueblos y aldeas y derrotan a los griegos. Alarmado el Emperador, manda un gran ejército contra ellos, pero los almogávares se alzan con la victoria, matando a unos 26.000 bizantinos. A continuación persiguen a los mercenarios alanos, asesinándolos a todos menos a sus mujeres: 8.700.



Terminada su venganza, los almogávares forman un consejo de gobierno (Consell de Dotze) y son contratados por el duque de Atenas para luchar contra los griegos. Sin embargo, una vez realizado el trabajo, el barón franco se niega a pagarles y los almogávares se enfrentan a él, derrotándolo en la batalla del río Cefis (1311) y toman posesión del ducado en nombre de la Corona de Aragón, negándose a devolverlo al teórico legítimo heredero del barón. El Papa los insta a devolver el territorio, pero al negarse, los excomulga en 1318.
En este periodo, los almogávares aprovechan para ampliar sus territorios con Neopatria (las tierras del duque de Tesalia, muerto sin descendencia), pasando estas tierras al control de la Corona de Aragón.
En 1331, un fuerte ejército armado en Francia con el beneplácito del Papa intenta recuperar Atenas, pero es derrotado. El dominio de los reyes de la Corona de Aragón sobre estos ducados se mantuvo hasta 1391.
Sus caudillos más importantes fueron Roger de Flor, Bernat de Rocafort y Berenguer d' Entença.


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